Una estudiante con discapacidad visual asiste a su primera clase en la Universidad. El equipo docente de la asignatura proyecta una gráfica en la pantalla, señalando con entusiasmo una tendencia: “Aquí pueden ver cómo la curva desciende tras implementar la medida...”. Mientras toda la clase asiente y toma apuntes, la alumna no puede acceder a la información ni participar porque la explicación no incluye una descripción oral de la gráfica ni está acompañada de materiales accesibles. Esta experiencia, lejos de ser un hecho aislado, refleja una brecha recurrente en las aulas: aunque todas las personas tienen derecho a un aprendizaje equitativo, las barreras de accesibilidad siguen presentes.